Uno se sorprende de lo de los atentados de Noruega porque en ese país no pasan cosas violentas en general y es chocante la idea de ese país algo anodino y de cuento de hadas conmocionado por la locura de un extremista neonazi -anacrónico- … Y es un shock y acapara las noticias internacionales…
Uno se conmueve <a href="con sucesos como los de la cárcel El Rodeo II, pero una semana después es noticia vieja porque la violencia es demasiado cotidiana y conocida… y uno sabe -todos sabemos- lo que pasaba en las cárceles y cada semana muertos y heridos en ellas y el gobierno indiferente hasta que todo reventó. Y luego que reventó y pasó todo el tiempo que pasó con los presos tomando la cárcel, y los muertos y la angustia, al hacer los acuerdos luego se supo que escaparon los más peligrosos armados y con una cantidad abrumadora de dinero. Y en otras cárceles siguieron las noticias de muertos y heridos…sin tomar relevancia ni en la prensa como debería ni en la conciencia de nadie… La violencia es tan nuestra que pensamos que los presos se merecen ese infierno y que ojalá se quemen en él. No tenemos nada de compasión ni humanidad, ni ellos tampoco, ni cuando presos ni cuando libres.
Y luego vino La Copa América y todos se sumieron en la emoción de los partidos y la vinotinto trayendo algo de esperanza y euforia, y todo terminó en derrota y coñaza. Y la mayoría de los venezolanos piensa que esos paraguayos se la merecían…
Lo que pareciera que no merecemos es nada de paz. Que la misma es extranjera y cuando se interrumpe es inaceptable. Para nosotros no existe paz, sino confrontación, justicia draconiana e inmisericorde. Algo sádica. Pero la falta de paz es acostumbrada, es nuestro día a día. Estamos todos rotos por dentro. Dañados.