Hay avalancha de noticias con referencia al conflicto pero hoy me llamaron la atención dos:
- La detención de Viktor Bout, traficante de armas, a partir de los datos de la laptop guerrillera.
- La reseña del periodista de La Vanguardia (España) sobre la situación en la frontera y el despliegue de nuestras «fuerzas».
La primera denota que el contenido de la laptop como que se las trae. Pero no me deja de parecer un poco elaborado todo el proceso de negociación con Bout para los pocos días desde que se tiene la laptop. En todo caso la noticia es presentada como una «certificación» de que lo encontrado dentro de ella no son fabricaciones. Luego los montos de la transacción para la adquisición de armas siguen haciendo sonar bien plausibles los 300 millones que supuestamente Venezuela les iba a dar a las FARC. Y digo Venezuela porque el dinero era de nuestro país no de Chávez que no tiene derecho a disponer de él como le da la gana sin consultarnos. De todas formas, nos lo tienen que demostrar muy bien, porque nada más de la sospecha la rabia es demasiado inmensa.
La segunda denota que si llegáramos a ir a una guerra posiblemente sería la más fugaz del mundo. Las tropas ni siquiera han llegado a la frontera y ha tenido que ser un periodista español el que lo reseñe. La verdad es que no me explico porqué a nuestro periodismo no se le ocurre hacer una cosa así, mandar a alguien a ver qué está pasando en los pasos de frontera del llano, en los pasos andinos y del Zulia. Si la cosa se ve más militarizada y en alerta que lo acostumbrado.
Entre las citas memorables de ese trabajo están:
“El enemigo no es Colombia, sino la pobreza y la escasez – afirma Luisa Cortés, una vendedora de empanadas y arepas-. Mire usted, aquí no hay progreso, sólo promesas y promesas que no se cumplen. ¿Para qué nos sirven más militares?”, pregunta sin esperar respuesta.
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Pese a que Chávez anunció el domingo por la mañana el envío inmediato a la frontera de diez batallones con carros acorazados y aviones de combate, el despliegue no empezó a aplicarse hasta la noche del martes. De hecho, un oficial de la inteligencia militar venezolana en la madrugada de ayer nos dijo en Paraguaipoa: “Aún no me han informado de movilización alguna”.
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La vida no se ha alterado en la frontera; aquí no se respira tensión alguna. Sólo hay cabreo por las trabas impuestas al tránsito de mercancías. Venezolanos y colombianos, sobre todo los de etnia wayúu, pasan de uno a otro lado sin percibir que llegan a otro país. Sólo se oyen vallenatos en vez de la música marcial que cabría esperar de los incendiarios discursos del presidente Chávez. En una cancha improvisada en un erial, vendedores y funcionarios de los dos países juegan al fútbol. Los billares están llenos de chicos que comentan la mala suerte de Messi. “No haga mucho caso de lo que diga Chávez. Cada día inventa algo para llamar la atención”, explica un policía.
Entretanto leo este comentario en el blog de Víctor Solano de una bloguera venezolana, Carla Mariela:
Hola tod@s… Ya en la región central de Venezuela pudimos apreciar, desde ayer, el movimiento de tropas. Para mí lo más impactante, ademas de la cara de susto de los soldados que pude ver desde mi vehículo en una de las tantas trancas de la autopista, han sido las demostraciones de dolor de las madres, esposas y hermanas de los militares movilizados. Eso realmente me dejó supremamente conmovida… ojalá los gobernantes de los países implicados miraran con ojos de humanidad las imágenes de esas mujeres desgarradas de dolor. Mi ciudad, Maracay, estuvo hoy 5 de Marzo celebrando su cumpleaños, mientras los estudiantes de las universidades hacían llamados a la paz. El sábado 8 de Marzo -casualmente día de la mujer- los caraqueños realizarán una marcha por la paz… invito a todos a unirse a esta iniciativa de darle una oportunidad a la paz.
Esa es la cuestión. Cómo nos afectan a nosotros las decisiones de Chávez. Su «plan» de «revolución» o de ser el «mesías revolucionario» de la América Latina no corresponde con las necesidades de nuestro país. Las necesidades directas, las que afectan a la gente que se siente ajena por completo a si Estados Unidos esto o lo otro. La gente sólo quiere poder vivir con decencia y sin miedo a salir a la calle por la delincuencia, ir a un supermercado y conseguir la leche para los chamos, ir a un hospital y que se les atienda, o llamar una ambulancia o una patrulla y que llegue… Caramba, qué difícil…
Llega un punto en que uno se pregunta realmente dónde está la frontera, porque los desplazados, desasistidos parecen ser los que viven dentro de Venezuela.